Jueves,
14 de mayo: “Rostros”
07:15
a.m.
La
misma estación, la habitual empresa ferroviaria, los ya asiduos
rostros de quienes como cada mañana -al igual que yo- realizan el
mismo largo recorrido principalmente por razones laborales. Un día
más coincidimos en esos kilómetros de trayecto que, también, me
conceden el tiempo idóneo para redactar unas breves lineas.
Esta mañana sin embargo, nuevos rostros se unen a la ruta.
Con
ropaje claroscuro, un joven varón ocupa el asiento número 8 en
ventanilla -a escasa distancia del mío en pasillo- observa el
paisaje a través del cristal no obstante sus grandes ojos oscuros,
invariables, revelan una mirada ausente en precisa armonía con el
desasosegado semblante que refleja. Observa infatigable el deslucido
reloj de pulsera -de color grisáceo- que lleva alrededor de la
muñeca.
Nadie
le acompaña en el periplo. Su soledad es tangible.
Le
observo desde la contigüidad de la butaca que ocupo mas su recelosa
mirada ejerce de barrera ante cualquier intento de contacto visual.
Asimismo,
ocupando las plazas adyacentes a este zagal; dos alborozadas
muchachas con la vida universitaria en ciernes inmersas en un
apabullante diálogo femenino, me inducen a esbozar una cómplice
sonrisa rememorando aquel tiempo pasado durante el cual conocí al
hombre que con los años se convirtió en mi compañero de vida;
entretanto, con dedicación y esfuerzo, me formaba como profesional.
Una
beca de estudios superiores, me permitió continuar con mi formación
profesional y tener acceso a una buena universidad.
Disfrutaba
de igual manera, de las excitantes nuevas experiencias que la lozanía
de mis años demandaban.
Una
mujer en incipiente estado de gestación, sostiene entre sus manos un
libro de vivos colores y temática infantil. Noto la visible carencia
de concentración en su lectura y el modo en que reposa el ejemplar
sobre su pecho mientras que con ternura acaricia su vientre una y
otra vez.
Evoco
ágilmente aquel compulsivo ademán que, de igual manera, solía
llevar a cabo tanto en mi primera como en la segunda anhelada espera
de alumbramiento de mis hijos.
Los
pasajeros de las butacas próximas, intercambiamos algunas palabras
con la primeriza futura madre a la vez que nos ofrecemos a asistirle
en aquello que pueda necesitar. Nos lo agradece con unas gentiles
palabras.
Por
otra parte; el habitual septuagenario matrimonio caracterizado por
sus interminables charlas en un elevado tono de voz -propietarios de
un negocio de panadería en la ciudad de destino- se encuentran
ensimismados en ultimar detalles de una fiesta que, con motivo del
traslado al extranjero de uno de sus hijos, organizan.
Así,
involuntariamente, hago un esfuerzo por proyectar en el tiempo la
apariencia de mis púberes en edad adulta empero no lo consigo; sus
pueriles rostros irrumpen todo intento pese a mi empeño.
Recreo
mi ánimo con la representación que, de ellos, elabora mi
pensamiento maternal.
Algunos
minutos después, repentinamente, entrecruzo la mirada con el
muchacho de los vistosos ojos marrones quien, aún esquivo, continúa
absorto observando el paisaje mientras juguetea ininterrumpidamente
con los dedos de las manos.
Me
transmite una indescriptible sensación de inquietud.
07:42
a.m.
Esta
tarde sorprenderemos durante la cena al menor de nuestros pequeños,
quien desde muy temprana edad ha puesto de manifiesto su deseo de
dedicarse profesionalmente al deporte de la natación. Nosotros -sus
padres- hemos tomado la decisión de brindarle todo nuestro apoyo y
subvencionar, por consiguiente, su formación.
Es
entonces cuando ese cándido gesto de su rostro se dibuja con nitidez
en mi memoria colmándome de dicha y las pulsaciones baten
enérgicamente mi pecho.
Advierto
al instante que alguien me observa con atención, me vuelvo con
disimulo para descubrir que se trata del peculiar joven de actitud
indescifrable. Prosigo con mi redacción si bien puedo entrever que
no aparta de mi la mirada, preguntándome entonces lo que le llevó
a abandonar el escondrijo inicial donde guarecía sus almendrados
ojos.
Me
dispongo a devolverle la mirada en mi afán de descifrar el enigma
que celosamente guarda...
A
las 07:54 de la mañana del jueves 14 de mayo, la explosión de una
bomba en el interior del vagón número 6 del tren Nº 21201 de media
distancia, acabó con la vida de 103 personas dejando a otras en
estado crítico; así como también muchos heridos.
Olivia
B. Con titulación universitaria en Literatura, fue profesora en un
centro escolar; madre de dos adolescentes y escritora aficionada,
fue la autora de “Bitácora Vitae” un blog
literario en el cual a través de uno de sus muchos relatos cortos,
sin preverlo, dejó plasmado el que se convertiría posteriormente en
el testimonio escrito de sus últimos minutos de vida en el interior
del vagón número 6 aquel fatídico jueves de mayo.
El
relato “Rostros” -aún en modo de borrador- fue hallado
los meses siguientes a la tragedia acaecida.
Se
desconoce aún la manera en que su reproducción se hizo pública y
viral.
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Escrito por Key A Anquetil
Copyright © Key A Anquetil - Todos los Derechos Reservados al Autor
Foto: Copyright © Anthony Anquetil - Todos los Derechos Reservados al Autor
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